Fecha: 8/01/2020
La vid es una planta perfectamente adaptada a las condiciones naturales de Tenerife. Consume poca agua, no es exigente en lo que a calidad del suelo se refiere, puede cultivarse incluso sobre una orografía accidentada y ofrece a este suelo bajo amenaza de desertización un manto vegetal que lo protege de la progresiva erosión. De paso absorbe una parte del CO2 que emitimos a la atmósfera. No todos los cultivos reúnen estas características tan favorables. La uva se transforma a través de un proceso que requiere de conocimientos especializados en unos vinos cuyo valor de mercado permite crear empleos estables y de calidad. El vino es un producto complejo, con amplias connotaciones culturales que atrae a visitantes que vienen a verlo. Es un alimento imbricado en la cultura local: “echarse un vaso de vino” son muchas cosas; es el contacto con la vecindad, es la ocasión especial, nos emociona. Tiene una cálida dimensión humana, algo que pocos alimentos evocan.
Es por todo ello que la compra de un vino de la Pequeña DO Tacoronte-Acentejo, íntegramente criado en la comarca en la que vives, te da mucho más que un buen vino. Se elabora con materias primas locales, en bodegas que han nacido en viñedos adaptados al entorno natural desde hace siglos. Te convierte en accionista de esta empresa compartida, luchando por un entorno natural saludable y sostenible. Es una contribución pequeña, pero es la suma de muchas pequeñas contribuciones las que mantienen verde y sana nuestra isla.
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